Cuando empecé a ir a las milongas prefería bailar con los viejos milongueros, sentía que de verdad estaba bailando, no que estaba haciendo muchos pasos. Entendí que lo que se hace no es lo importante sino CÓMO lo haces.
Aprendí a escuchar música. Me transmitieron tanto… ¡con algunos me parecía que la orquesta estaba dentro de ellos!
No importa cuanto hagas, la calidad es lo importante.
Mónica
Sutilezas
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