Soy
Mónica Paz
Mi nombre es Mónica Paz, mi vida y experiencia con el Tango está en mi sangre y en mi memoria desde que nací. Mi padre era milonguero. Mi viaje comenzó con él.
Como bailarina social, incluso antes de mis 23 años como profesional del tango, he tenido la oportunidad semanal de bailar en las milongas de Buenos Aires. Con los años mi Tango se fue enriqueciendo y mis compañeros mejoraron hasta que pude bailar con los mejores milongueros de Buenos Aires. Bailar con ellos es la máxima aspiración de cualquier mujer que baila Tango.
Mis clases actuales están exclusivamente enfocadas a transmitir lo que adquirí de tantos años de baile con estos maestros: “Tango es un sentimiento”. Desafortunadamente, la forma en que el Tango se ha desarrollado hoy se ha centrado más en cómo se ve, no en cómo se siente.
Cuando comencé Tango (1996), tomé todas las clases que pude y lo hice continuamente todos los días durante 2 años sin descanso. Más tarde, cuando estudié en la educación superior, obtuve mi diploma como Instructor reconocido de Danza e Historia del Tango.
Cuando comencé a enseñar Tango, enseñé lo que había aprendido en las clases a las que había asistido. Sin embargo, poco a poco mi enseñanza fue evolucionando y se fue enriqueciendo con el tiempo al incorporar lo aprendido bailando con los milongueros, los verdaderos milongueros.
Mis clases actuales están exclusivamente enfocadas en transmitir lo que adquirí de tantos años de baile con estos maestros: “Tango es un sentimiento”. Desafortunadamente, la forma en que el Tango se ha desarrollado hoy se ha centrado más en cómo se ve, no en cómo se siente.
Cuando los milongueros bailan no piensan en lo que hacen, “simplemente” hacen lo que la música les dice que hagan. ¡Ésta es la clave! Pero, ¿cómo se llega a este punto en su baile?
Obtener este conocimiento y poder desarrollar una explicación clara, instructiva y precisa de todo ha sido un proceso largo.
Tuve y tengo mucha suerte. La experiencia que he adquirido en todos estos años no es posible para la gran mayoría de la comunidad mundial del tango. Tienes que vivir en Buenos Aires, tienes que bailar con milongueros, tienes que escucharlos y tienes que entender lo que dicen entre líneas cuando hablan y cuando bailan. Lamentablemente, muchos de estos hombres y mujeres, “dinosaurios” del tango, han fallecido. Sin embargo, su legado aún puede perdurar si escuchamos.